fuerte Jodhpur |
Prisión improvisada |
Conseguimos abrir los ojos sobre las doce del mediodía, estábamos muertos, pero de verdad. No habíamos dormido mucho, y la siesta mañanera nos había sentado fatal. Quim ya estaba KO del todo, con fiebre, vómitos, kakitas... de todo. Nos dimos una ducha para intentar volver a la vida (a base de cubos, la mayoría de hoteles de esta categoría, categoria kakita, la ducha consta de un grifo y un par de cubos, uno grande y otro pequeño) . Subimos a comer algo sobre las cinco de la tarde, y le cogimos un arroz blanco al Quim para que empezara a comer algo sólido, a parte del fortasec y el suero. Desde la azotea del hotel teníamos buenas vista, y gracias porque fue casi lo único que pudimos ver de la ciudad. Teníamos el fuerte justo al lado, y podiamos ver el espectáculo de cometas volar sobre los tejados azules cuando caía el rey sol.
El calor era insoportable, más que nunca y ya no podíamos más, nuestros cuerpos habían dicho basta. Yo empecé con los retortijones y dolores de estómago y a ir más al baño de lo habitual, que promete esperanzador, pero nada más lejos de la realidad. Las contracciones eran cada vez más seguidas, y ahí ya sabias que faltaba poco para el parto.... ufff que mal. Aquel hotel se convirtió en nuestra prisión a lo largo de los dos días que estuvimos en Jodhpur, los que estábamos enfermos por enfermos y los demás por el calor, era imposible moverse.
Acabamos con todas las reservas de agua del hotel, y empezamos a criar ranas, todas muy majas ellas. Ya por la noche, cuando ya la calle dejó de ser una tostadora, yo y Thor decidimos ir a dar una vuelta para ver algo de la ciudad azul. Núria se quedó en la habitación con Quim y nosotros fuimos hasta la torre del reloj y no había ni cristo (el centro de la ciudad, muy chulo iluminado por la noche, va cambiando de color: extraña modernidad en medio de aquella ciudad casi medieval) . Solo vacas, bastante mierda por la calle y que peste, que peste... así que decidimos echar mano de la guía y buscar un restaurante de coña para poder disfrutar de algún momento agradable en aquella ciudad, aunque solo fuera por un ratito. Así que acabamos en una haveli preciosa cenando en su azotea bajo la luz de unos farolillos, muy romántico, muy fresquito y la comida de la mejor que habíamos probado hasta el momento. Estuvimos visitando la haveli y conocimos al chico que pinta sus paredes, impresionante el detalle de sus dibujos, nos llevó de estrangis, ya que era muy tarde y estaba cerrado, era una pasada. Le compramos un par de dibujos.
Volvimos al hotel y Quim no se encontraba mejor, y yo iba por el camino, así que nos dormimos en un plis, con aquel calor tan flipante tu cuerpo se convierte en una piltrafa humana.
El calor era insoportable, más que nunca y ya no podíamos más, nuestros cuerpos habían dicho basta. Yo empecé con los retortijones y dolores de estómago y a ir más al baño de lo habitual, que promete esperanzador, pero nada más lejos de la realidad. Las contracciones eran cada vez más seguidas, y ahí ya sabias que faltaba poco para el parto.... ufff que mal. Aquel hotel se convirtió en nuestra prisión a lo largo de los dos días que estuvimos en Jodhpur, los que estábamos enfermos por enfermos y los demás por el calor, era imposible moverse.
Acabamos con todas las reservas de agua del hotel, y empezamos a criar ranas, todas muy majas ellas. Ya por la noche, cuando ya la calle dejó de ser una tostadora, yo y Thor decidimos ir a dar una vuelta para ver algo de la ciudad azul. Núria se quedó en la habitación con Quim y nosotros fuimos hasta la torre del reloj y no había ni cristo (el centro de la ciudad, muy chulo iluminado por la noche, va cambiando de color: extraña modernidad en medio de aquella ciudad casi medieval) . Solo vacas, bastante mierda por la calle y que peste, que peste... así que decidimos echar mano de la guía y buscar un restaurante de coña para poder disfrutar de algún momento agradable en aquella ciudad, aunque solo fuera por un ratito. Así que acabamos en una haveli preciosa cenando en su azotea bajo la luz de unos farolillos, muy romántico, muy fresquito y la comida de la mejor que habíamos probado hasta el momento. Estuvimos visitando la haveli y conocimos al chico que pinta sus paredes, impresionante el detalle de sus dibujos, nos llevó de estrangis, ya que era muy tarde y estaba cerrado, era una pasada. Le compramos un par de dibujos.
Volvimos al hotel y Quim no se encontraba mejor, y yo iba por el camino, así que nos dormimos en un plis, con aquel calor tan flipante tu cuerpo se convierte en una piltrafa humana.
Clock Tower |
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